Visitamos hace dos semanas la exposición en la Fundación Canal “Tesoros y Culturas del Mundo”, con muestras del British Museum. Dossier para el profesor.
Reflexioné sobre la capacidad del hombre observando aquellas planchas de piedra rayadas con el dibujo de animales en manada, moviéndose. Hace 12.000 años que el hombre esbozó así su entorno, su objeto de vida, puro leitmotiv. Un bifaz de la edad de piedra, 1,6 millones de años a.c.: Estos antepasados no sabían nada sobre las fuerzas físicas, no tenían apenas experiencia grabada en su genética, ni transmisión ordenada, eran vivicidad emergente. Pensé en cómo pensamos, otra vez. En cómo las fuerzas macroscópicas son meras formas de describir patrones complejos de fuerzas físicas básicas, inasibles para muchos, igual que indeseables para cierta finalidad en el pensamiento ligada al progreso y la evolución del hombre. Pensé en nuestra capacidad para extrapolar y trasladar conceptos. En las ciencias del comportamiento y el cerebro. ¿Dónde están las ideas en el cerebro? ¿Qué son las ideas en el cerebro? ¿Son fuerzas causales, formas de fuerzas dentro de fuerzas: áticos controladores en la escala cerebral? ¿la conciencia está ahí también, es lo mismo?
Estos no son devaneos sobre el flujo de los impulsos y los circuitos del sistema cerebral, más mentalista o reduccionista (materialista), sin propósito: creo que para responder a preguntas de filosofía pedagógica tales como ¿la educación debe ser obligatoria? o ¿es posible enseñar a quien no quiere aprender?, no estaría demás conocer mejor cómo funciona nuestro cerebro, y dónde estamos nosotros dentro de él. Y creo que uno debe posicionarse en este sentido para su particular desarrollo de la función pedagógica.
El esquema de funcionamiento cerebral al que yo me aproximo deniega que las propiedades de la naturaleza y de la mente humana sean las mismas o reductibles a sus componentes. Porque "las ideas causan ideas, y contribuyen a desenvolver nuevas ideas". Más aún, interactúan con otras fuerzas mentales no sólo en el mismo cerebro, sino también en cerebros próximos y en cerebros lejanos. Pero los valores indeterminados fracasan en el nivel de la actividad cerebral. Ni la filosofía ni la ciencia parecen capaces de encontrar alguna excepción satisfactoria en el fluir del determinismo casual. No hay opciones cerebrales sin causa precedente. La persona no es libre de los efectos combinados de su propia maquinaria. Pero nuestra máquina es capaz de conocerse aunque no completamente, y de reconocer (en ocasiones completamente) a otras máquinas semejantes e inferiores. Y es capaz de razonar una máquina superior. Es capaz de la idea y diseño de Dios. Así que este modelo proporciona no poco nivel de libre albedrío, ligado a la autodeterminación, aunque con un resultado inevitable. Igual, es mejor ser una pieza compleja… Mejor formar parte del fluir cósmico que flotar libremente al margen de él pero con él (¿? : como sería en el caso de un libre albedrío perfecto). El cerebro humano ha recorrido un largo camino evolutivo en esta dirección extraordinaria.
Sin embargo, Algo se escapa! (como me parece entender a Gödel: Siempre, de cualquier sistema, algo se escapará). Es su grandeza.
Y el instinto en medio: Patrones heredados de conducta, genética evolutiva ordenada versus materialismo conductista. El instinto es ya casi un enlace de popularidad en nuestra conciencia. Con él vemos que la escala cerebral primaria asciende a pisos superiores incorporados en el hombre. Nos sofisticamos sobre nuestras bases. Adaptation.
La respuesta condicionada por lo tanto, junto con otras formas de aprendizaje, todavía tienen una influencia poderosa, pero ahora sabemos que mucho más restringida de lo que nos han venido contando, muy lejos ya de las viejas teorías de Pavlov, del ambientalismo. El porcentaje de consideración en la naturaleza humana del múltiplo (aprendizaje+entorno+experiencia), se ha rebajado. Deberíamos ir más lejos?. Me temo que no hay remedio, afortunadamente.
Reflexioné sobre la capacidad del hombre observando aquellas planchas de piedra rayadas con el dibujo de animales en manada, moviéndose. Hace 12.000 años que el hombre esbozó así su entorno, su objeto de vida, puro leitmotiv. Un bifaz de la edad de piedra, 1,6 millones de años a.c.: Estos antepasados no sabían nada sobre las fuerzas físicas, no tenían apenas experiencia grabada en su genética, ni transmisión ordenada, eran vivicidad emergente. Pensé en cómo pensamos, otra vez. En cómo las fuerzas macroscópicas son meras formas de describir patrones complejos de fuerzas físicas básicas, inasibles para muchos, igual que indeseables para cierta finalidad en el pensamiento ligada al progreso y la evolución del hombre. Pensé en nuestra capacidad para extrapolar y trasladar conceptos. En las ciencias del comportamiento y el cerebro. ¿Dónde están las ideas en el cerebro? ¿Qué son las ideas en el cerebro? ¿Son fuerzas causales, formas de fuerzas dentro de fuerzas: áticos controladores en la escala cerebral? ¿la conciencia está ahí también, es lo mismo?
Estos no son devaneos sobre el flujo de los impulsos y los circuitos del sistema cerebral, más mentalista o reduccionista (materialista), sin propósito: creo que para responder a preguntas de filosofía pedagógica tales como ¿la educación debe ser obligatoria? o ¿es posible enseñar a quien no quiere aprender?, no estaría demás conocer mejor cómo funciona nuestro cerebro, y dónde estamos nosotros dentro de él. Y creo que uno debe posicionarse en este sentido para su particular desarrollo de la función pedagógica.
El esquema de funcionamiento cerebral al que yo me aproximo deniega que las propiedades de la naturaleza y de la mente humana sean las mismas o reductibles a sus componentes. Porque "las ideas causan ideas, y contribuyen a desenvolver nuevas ideas". Más aún, interactúan con otras fuerzas mentales no sólo en el mismo cerebro, sino también en cerebros próximos y en cerebros lejanos. Pero los valores indeterminados fracasan en el nivel de la actividad cerebral. Ni la filosofía ni la ciencia parecen capaces de encontrar alguna excepción satisfactoria en el fluir del determinismo casual. No hay opciones cerebrales sin causa precedente. La persona no es libre de los efectos combinados de su propia maquinaria. Pero nuestra máquina es capaz de conocerse aunque no completamente, y de reconocer (en ocasiones completamente) a otras máquinas semejantes e inferiores. Y es capaz de razonar una máquina superior. Es capaz de la idea y diseño de Dios. Así que este modelo proporciona no poco nivel de libre albedrío, ligado a la autodeterminación, aunque con un resultado inevitable. Igual, es mejor ser una pieza compleja… Mejor formar parte del fluir cósmico que flotar libremente al margen de él pero con él (¿? : como sería en el caso de un libre albedrío perfecto). El cerebro humano ha recorrido un largo camino evolutivo en esta dirección extraordinaria.
Sin embargo, Algo se escapa! (como me parece entender a Gödel: Siempre, de cualquier sistema, algo se escapará). Es su grandeza.
Y el instinto en medio: Patrones heredados de conducta, genética evolutiva ordenada versus materialismo conductista. El instinto es ya casi un enlace de popularidad en nuestra conciencia. Con él vemos que la escala cerebral primaria asciende a pisos superiores incorporados en el hombre. Nos sofisticamos sobre nuestras bases. Adaptation.
La respuesta condicionada por lo tanto, junto con otras formas de aprendizaje, todavía tienen una influencia poderosa, pero ahora sabemos que mucho más restringida de lo que nos han venido contando, muy lejos ya de las viejas teorías de Pavlov, del ambientalismo. El porcentaje de consideración en la naturaleza humana del múltiplo (aprendizaje+entorno+experiencia), se ha rebajado. Deberíamos ir más lejos?. Me temo que no hay remedio, afortunadamente.Para leer a quien sabe: Roger W. Sperry “Mind, Brain, and Humanist Values"
Para escuchar/ver y disfrutar conmigo: La Locomotora – Café Tacvba
Otra peli: Mach Point (2005) Woody Allen
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